El Dorado y el Coronel Fawcett
Por muchos definida como "la ciudad subterránea post-Amazónica, ubicada en la cordillera central y oriental del Perú que ha despertado innumerables sueños", el mito de El Dorado tomó el nombre de, Paititi en Perú, Omagua en Venezuela, Manoa en la Guayana, Shangri-la de los Andes
Ligado a la leyenda de El Dorado aflora la historia del coronel Fawcett, viajero inglés que descubrió en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro una carta (enviada por el bandeirante Francisco Raposo al vicerrey, 1754) en la que se describía el hallazgo un año antes de una extraña ciudad de piedra en el noroeste del estado de Bahía, mientras Raposo buscaba las minas de plata de Muribeca.
Extraviado en el Matto Grosso, el aventurero portugués y sus compañeros divisaron en la montaña una escalera monumental tallada en la roca que conducía a un impresionante pórtico que se abría a una fantástica ciudad. Al manuscrito (conocido como el nº 512), le acompañaba un mapa que situaba esta ciudad en los alrededores del río Xingu -afluente del amazonas.
Fawcett, acompañado de su hijo Jack, penetró en la selva amazónica en busca de la ciudad perdida. Nunca volvieron.
Se da la circunstancia de que tanto en la región sudamericana, como en las áreas que englobaría la leyenda de Agartha, han sido escenario de frecuentes apariciones OVNI. Esto ha llevado a algunos ufólogos a creer que los OVNIs podrían ser vehículos de una civilización pasada, altamente desarrollada, que permanece oculta, y sus contactos con el exterior se establecen a través del Triángulo de las Bermudas, las islas Canarias, los polos o el Tíbet.
Contados como Eugenio Siragusa afirman que hoy día, en el subsuelo, existen bases de "hermanos del cielo" construidas con inmensas placas de cristal, supuestamente guiadas por maestros interplanetarios de la 4ª y 5ª dimensión.
La aventura nazi también tuvo este mito en consideración, pues como se ha comentado ya hasta la saciedad, Hitler y su círculo íntimo llegaron a estar persuadidos de la realidad de este mundo oculto tras la lectura de The Coming Race (La Raza Que Vendrá) de Bulwer-Lytton.
¿Envió el führer expediciones especiales en busca de la entrada a... con la intención de aliarse con civilizaciones internas?
Rigurosamente hablando, por las investigaciones llegadas a cabo hasta el momento, podríamos concretar que si alguien o algo se moviera allí abajo, lo sabríamos. Puede que todos estos relatos - parafraseando a Serge Hutin - no sean más que símbolos de la perpetua nostalgia humana de un paraíso terrestre que sólo existe en el universo de la leyenda.
Sin embargo, debemos admitir un desconocimiento importante de los lugares donde se centran estas tradiciones, pues en territorios tan vastos e inhóspitos, TODO parece ser posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario